miércoles, 28 de agosto de 2013

"La Cueva de los Pajaritos"

Twitter: @joselomacias

Capítulo 6: "Revelaciones"

Aquella vela estaba a punto de apagarse, la vida de Tania pendía de un hilo, los paramedicos habían logrado resucitarla pero su estado es muy grave. El rostro de Diego era de profundo desconcierto, solo pensaba --- ¡No te a lleves! ¡No te la lleves! ¡Yo la amo! ¡Yo la amo! --- con solo repetirse aquello, el sabia que las cosas iban a estar bien.

El toro ataco, cuando el pitón estaba cerca de llegar a su objetivo, el animal detuvo su avance. El lobo se acero acechando en aquella planicie. La luz de esa vela volvió a tener un brillo normal.

El altar donde rezaba Amado estaba quemado, los ídolos que protegen aquel lugar tenía una especie de sangrado. Se sentía una brisa cálida. Mientras que afuera llovía con singular alegría. --- ¡No puedo ser! ¡Debería de estar muerta!... ¿Que paso? --- pensó aquel muchacho.

Cuando la ambulancia estaba entrando al hospital, Tania despertó. --- ¿Donde estamos? ¿Que paso? ¡Dime que paso! --- decía entre gritos, mientras tanto Diego como quienes trataban de salvarla se sorprendieron al ver que sus signos vitales eran tan saludables.


* DÍAS DESPUÉS *

Como el día en que se conocieron, parecía que sus dudas y sus temores eran cosa del pasado. Estaban viéndose como lo que son dos enamorados que confían ciegamente el uno en el otro. Lo único que los distraía de sus muestras de afecto era el trinar de los pajaritos que deambulaban por aquel lago de Chapultepec.

El sostenía en su mano una rosa, ella lo veía con ternura y dejaba que le acariciase el rostro, suspiraban cada vez que se veían. No notaron que justo detrás de ellos, alguien vestido con una gabardina negra se acercaba. Aquel sujeto saco un sobre blanco. Con mucha cautela se acerco a las cosas de estos enamorados y lo metió en una bolsa de cuadros blancos y rojos.

Lejos de ahí, en una de las mesas de la terraza de aquel café, "Hamal", bebía un café tranquilamente. Leía el periódico, pero no se dio cuenta, que entre las prisas por sentarse dejo sobre la barra de aquel lugar su teléfono móvil. Los empleados de la cafetería no se habían percatado de nada debido al trabajo que había.

Minutos después, Alejandra entro a ese establecimiento, pidió un chocolate y se acerco a la barra a tomar una propaganda que llamo su atención, vio entonces aquel aparato de "Hamal" y sin que nadie se diera cuenta lo tomo y lo guardo en su bolsa.

* ESA NOCHE *

Con la mirada perdida en la nada Diego veía con cierta flojera los autos que pasaban por avenida Rio Mixcoac. Del lado opuesto del puente donde estaba una cara conocida apareció sobre aquella construcción. El novio de Tania, se acerco, le dijo --- ¡Ya se que fuiste tu! ¡Tu la mataste! ¿Por que lo hiciste? Si sabias perfectamente lo que yo siento por ella. --- De la gabardina negra que portaba aquel desconocido, apareció una pistola, corto cartucho y apunto a Diego.

En un lujoso restaurante de Insurgentes, Montse y Jesús disfrutaban de una deliciosa cena. Sonrían y brindaban su alegría era espontanea. --- ¡Soy tan feliz a tu lado! ¡Te amo! --- dijo ella, mientras que el invitándola a un brindis con aquella burbujeante bebida pensó --- ¡Siempre has sido una ilusa! La única razón por la que estoy contigo es por tu fortuna. --- al chocar ambas copa el dijo --- ¡Yo también te amo, pequeña. ¡Por nuestra felicidad! --- una gabardina estaba sobre la silla.

Aquella habitación, pintada de un alegre color rosa, reflejaba una calidez y una alegría como pocas veces. En una cómoda había un retrato con forma de labios, en esa imagen estaban Archi y Andrés. Justo a un costado estaban unos tenis de hombre color blanco y rojo, pero tambien se veía un morral de cuadros rojos y blancos. La cama, estaba hecha un desorden, el amor se respiraba en el ambiente.

--- ¡Mi amor! Gracias por estar conmigo. ¡Ya no voy a dudar de ti! ¡Ya no mas! --- con esa sonrisa que cautiva, Archi entro a su habitación al momento de cerrar la puerta que da al balcón de su habitación sonó su celular, lo busco entre su ropa y entre la cama, seguía sonando y de pronto recordó que estaba en su morral. Vació aquella mochila, al ver aquel sobre se olvido de contestar la llamada que estaba recibiendo.

Al tratar de abrir aquel sobre una vela fue encendida. Un pajarito llego al balcón de aquella
recamara comenzó a picar el vidrio; mientras una mirada se llenaba de lagrimas. En una habitación un ídolo se ilumino, el reflejo de la veladora mostró un rostro familiar, mientras un grito llego al pueblo de Tepoztlan.



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