Hoy quiero darte gracias por todo lo que me has brindado y darle gracias a Dios por darme una madre como tú.
¡Vaya! … ese último día que nos vimos me sigue dando vueltas. Nuestro último cruce de miradas y la última vez que te dije mamá. Siete años, ¡Carajo cuanto tiempo ha pasado! y el vuelo sigue su rumbo.
Ese dolor de extrañarte me ha quemado muchas veces. De querer sentir tus brazos, escuchar tu voz y sentir el calor de tus brazos cuando necesitaba sentirme seguro. Si, no hay día en que no te extrañe, pero también las risas y complicidades que vivimos me han ayudado a seguir.
Pase, lo que pase, yo siempre estaré contigo.
Esa frase tan nuestra. Tan nuestra que aun con el paso del reloj, de los meses y de los años se que puedo enfrentarme a todo y tú serás mi apoyo y confidente. Aún que de mis ojos caigan lagrimas tu apoyo que llega con el viento me hará sentir bien.
Todos tus consejos he merecido,
terco aveces no los agarraba,
pero sirvió para haber crecido.
Cómo bien me conoces madre querida, hay días en que la tristeza quiere dominarme, pero recuerdo tus consejos ya que siempre con tu mirada y con tus acciones me enseñaste a ver que a pesar de todo tengo que afrontar los retos que la vida me imponga sea por las buenas o por las malas.
En ese viento que tanto anhelabas conocer, se que mis problemas y tristezas escuchas, y también en este es como escucho tus consejos tan sabios como verdaderos para afrontar mis adversidades.
Allá arriba entre las estrellas,
a alguien que me quiso con todas sus fuerzas,
a alguien que nunca olvidaré.
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