miércoles, 2 de noviembre de 2011

La Cueva de los Pajaritos

Twitter: @joselomacias

CAPÍTULO 1°:
"El inicio de la Leyenda"


Hace ya muchos años, no se bien cuantos, Tepoztlán era una tierra sin reglas un paraje que contaba con una o dos chozas construidas con algo mas que adobe. En la periferia de este pueblo dominado por cerros y uno en especial llamado "El Tepozteco" una mujer escondía su rostro bajo una mantilla color negro y colgajos de diversas formas era por decirlo de alguna manera quien poseía el poder en aquel pueblo.

El nombre de aquella mujer es Ishtar, quien vivía justo en las faldas del cerro llamado "El dado" donde hoy, ya no queda rastro de la choza pero en contadas noches se escuchan sollozos y en otras los gritos de almas perdidas buscando descanso.

La noche en que todo comenzó Ishtar había salido de paseo a la pequeña plazoleta del creciente pueblo de Tepoztlan, todos la veían con cierto temor y respeto, nadie se había preguntado como lograba curar enfermos y como lograba que los campos mas secos lograran producir poco tiempo después de haberlos visto y lo que nunca nadie cuestiono es como mantenía a raya a la maldad que muchas veces amenazo con tomar el pueblo.

Ishtar se hallaba frente a la hoguera que iluminaba su pequeña y endeble choza, sonreía, con cierto temor. Para sus adentros se decía feliz, pero ... de pronto, una voz que salía del espejo que estaba cerca de la puerta borraba toda idea de felicidad.

--- XTABAY veneradisima, escucha a tu fiel sierva Ishtar. ¡Atiende a mi ruego! Protegeme de la avaricia del hombre blanco. ¡Que todos tus chanekes y demonios me asistan! Si hay peligro... que el hombre blanco caiga y sucumba en las fauces abiertas del inframundo. --- Este era un ruego extraño a las deidades que estaban justo enfrente de ella.



El atardecer dio paso a la noche. Un lobo aulló a lo lejos. La montaña reclamaba un sacrificio. El aire chillaba, la temperatura bajo de repente. Un muchacho a quienes los indígenas llamaban Armand, caminaba con cierta dificultad. Su rostro era inexpresivo, de pronto apareció en la entrada de una cueva. Ishtar apareció justo después de una ráfaga de viento que helaría la sangre de cualquiera.

Un cuchillo ensangrentado era sostenido por lo alto. Una mirada perdía el brillo que da la vida. Un lobo apareció salio de la cueva. Olfateo el ambiente aulló en respeto, mientras en la planicie un toro salia corriendo. Los habitantes del pueblo percibieron la muerte, pero en ese momento un pajarito justo enfrente de la iglesia trino.

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