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Estaba yo, parada frente a aquella marquesina. Creo que así se llama me decía cada noche, el carrito de los tamales ya había pasado. Doña Lupe que era quien lo conducía pasaba como siempre lo hacia, me saludaba con afecto pero a la vez me decía --- ¡Hija mía! ¿No tienes frío? --- Yo al escucharla cada noche, sentía una brisa de afecto pero a la vez de miedo, por que ella sabia mi oficio, el oficio de estar y a la vez de no estar.
Cada noche, trataba de recordar cual era mi nombre, cual era mi vida. Pero siempre mi mente tan cansada de las mismas preguntas prefería negarme las respuestas que yo pedía. De lo poco que podía recordar estaban mis amigos, mis eternos compañeros de aventuras pero a la vez de sufrimientos.
Recuerdo aquella vez que Ramón, mi querido Ramón me cuido aquella noche en casi no la contaba. Sus caricias con aquellas manos finas, sus cuidados me hicieron ver que esto, no es fácil. Pero bien me lo decía mi madre, seguir viviendo no es una tarea sencilla. Los golpes se han ido, pero mi alma cada vez que ve a un desconocido, llora, me pide no estar ahí, pero a la vez mi estomago tan traicionero me obliga a estar y sobretodo a sobresalir.
Si bien, no soy la única, también esta la historia de Ramón y Ramiro; ellos cada noche se juegan la vida. Uno convirtiéndose en una de nosotras, pero el otro presentándose en las esquinas de Zona, buscando que lo que el hambre de hoy desaparezca para mañana. Nuestra vida es nocturna, pero a la vez es intensa, conocemos a quienes solo nos ven por los autos, quienes nos ven como una ilusión, un deseo que parece que en casa no pudieran cumplir. También están los que vienen diario, los que ya no son de una noche, si no ya parecen más que amigos.
Mi rostro, protegido por el maquillaje y por mi bello cabello. Esconde mi verdad, una verdad oculta; llena de amor, odio y sufrimiento. Por que... ¿Por qué? ¡Por que! Nunca he encontrado respuestas a por que somos, ¿Tan famosos? ¿Tan criticados? No solo son estas preguntas las que nublan mi mente. Solo quisiera… no mejor prefiero no saber, ya que si Camilo se entera que conozco muchas cosas, volvería a intentar matarme como ya se ha cobrado con muchas de mis comadres que solo viven en mis recuerdos.
Cada vez, que me pongo los tacones, que ajusto mi falda, verifico mi maquillaje; te recuerdo, te recuerdo como me acariciabas esa noche que fue tan especial. Tú y yo, sin nadie que nos dijera que lo nuestro era imposible. ¡Me dolió tanto tu engaño! Pero que mas da, si no tuve el carácter suficiente para enfrentarte.
Podría maldecirte una y mil veces, pero no tendría sentido. A fin de cuentas, las caricias de los extraños, los besos que me has obligado a dar. Me volvieron otra, capaz de sentir, incapaz de odiarte. Solo encuentro refugio en mis amigos. Ramón y Ramiro que como yo, cayeron en tu trampa. Una trampa de seducción y de vida fácil. Pero que mas da a fin de cuentas eso no te importa.
No se, que podría hacer sin mis amigos. Nos cuidamos, nos queremos y aunque parezca extraño nos contamos las aventuras de la noche. Aventuras que tú provocaste, pero que gracias a ti, son solo nuestras.
Podría contarte tantas cosas, de esas que solo conocen los que como yo viven de noche. Ramiro podría contarte como se lo han llevado por solo pasear y esa noche que no decidió ejercer. Pero también esta Ramón que cuando se arregla es más bella que cualquiera de nosotras. Y eso que, me dirás, pero yo te diré que lo nuestro es parte de la vida, tan antiguo es que el propio mundo calla y a veces nos juzgan.
Me despido, esperando que no haberte aburrido. Por que a fin de cuentas. Mi vida es estar vistiendo tacones y ropa ajustada. Estar frente aquel reloj que me cuida y a la vez es testigo de cómo platico, de cómo vivo y de que hago cada vez que el sol se oculta.
Ramón y Ramiro te mandan saludos. Ellos te conocen pero esperan que los visites pronto. A fin de cuentas ellos también quieren contar su historia que es tan larga como mi cabellera, pero que no me gusta contar, por que si te cuento. ¿Volverías?