Allá arriba entre las estrellas,
a alguien que me quiso con todas sus fuerzas,
a alguien que nunca olvidaré.
Un año más en los libros. Un año más en que tú y yo no nos vemos. No hay día en que no te recuerde, no te extrañe y sobretodo no deje de quererte y recordar lo mucho que me encantaba convivir contigo mi querida gran señora.
Pero también sé que en ese cielo tan infinito están los recuerdos de lo que vivimos, de lo que platicamos, de lo que me aconsejaste y claro de los jalones de orejas que me diste.
Mijito, le tengo tanta envidia a la libertad del ave...
Cuando mi madre, mi querida Luz Mi, me lo dijo aquel ya bien lejano 28 de Diciembre, literalmente, no lo entendí del todo.
Sabía que a ella le llamaba la atención la inmensidad del cielo pero con el paso del tiempo poco a poco he comprendido ese significado de libertad y el vuelo del ave que tanto le gustaba a mamá.
Muchas veces he tratado de recordar lo que paso aquel día, tratar de hilar lo que hice o lo que sucedió aquella mañana. Confieso que antes de salir me invadio el miedo y la inseguridad de lo que me iba a encontrar pero cuando me tope con el golpe de realidad tuve mucho miedo de no poder saber ni por donde comenzar. Ya se cumplió otra vuelta al calendario, puedo confesar, que las experiencias me han ayudado a crecer.
Pase, lo que pase, yo siempre estaré contigo.
Aquella frase que me dijiste en una de las noches más oscuras, sabes mamá, se volvió mi frase de fuerza y lo que me hace no olvidar que pese a no escuchar tu voz, no poder verte se que estas conmigo. Ya que si bien esa noche fue complicada, fue sin duda, el inicio de la mejor relación entre tu y yo ya que de ahí para el real nos volvimos más cercanos y más complices.
Seguir en mi lucha de aprender, de salir adelante y de dar lo mejor de mi siempre. Ya que eso es lo que tú me enseñaste a ser mi querida gran señora. Qué desde la más lejana estrella guía mis pasos y con la brisa de la tarde o de la noche me reconforta cuando el clima es de una lluvia torrencial.
Tu amor incalculable mis faltas por alto pasó.
Porque el querer de una madre, ese, no tiene comparación. (Fragmento)
Hay días, confieso, en que quisiera llorar y no ver el sol. Dejar que la tristeza me reviente el alma y me obligue a dejarme caer. Pero en mi mente siempre aparece tu voz solidaria y agradezco que hayas puesto en mi camino a esas personas que además de ti me brindan un consejo, un abrazo y me recuerdan que hay cosas por escribir y lo mucho que me falta por vivir.
Cómo podrías renacer sin antes haber quedado reducido a ceniza.
Friedrich Nietzsche